El término galvanoplastia o galvanotecnia se utiliza para describir los procesos que producen depósitos metálicos en un material autoconductor mediante procesos electroquímicos. Hoy en día, se utilizan sobre todo para revestir superficies.
La galvanoplastia, que antaño se utilizaba para crear estatuas y monumentos, apenas se utiliza hoy en día. La técnica de la galvanoplastia fue posible gracias a la invención de las pilas por Alessandro Volta, esto fue alrededor del año 1800. Inventó esta pila en relación con las investigaciones de Luigi Galvani, que también es el epónimo de la galvanización actual.
Durante sus experimentos, Volta descubrió, entre otras cosas, que el cobre se precipitaba sobre una barra de hierro conectada al polo negativo de su pila y sumergida en un baño de sulfato de cobre. Para ello, sumergió también en la solución una varilla de cobre que estaba conectada al polo positivo. Este sencillo procedimiento sigue siendo utilizado hoy en día por los aficionados para realzar las piezas con el brillo del cobre.
Posteriormente, el primer dorado documentado fue realizado en 1805 por un alumno de Volta, y a partir de 1840 el proceso se utilizó cada vez más a nivel industrial. A partir de 1850, aproximadamente, las estatuas de tamaño natural se produjeron de forma comparativamente barata mediante este proceso, y el avance triunfal de la galvanoplastia había comenzado.
A lo largo de los siglos, la galvanoplastia se ha convertido en un proceso maduro con numerosas aplicaciones posibles. Además de la galvanoplastia de plásticos y la aplicación de revestimientos metálicos, se distingue entre aplicaciones decorativas y funcionales. El realce de las superficies es característico de un uso de la técnica. La bisutería, por ejemplo, suele estar chapada en oro, plata o recubierta de otros metales. Ejemplos típicos de objetos mejorados por galvanoplastia son los componentes cromados de los vehículos de motor, la cubertería plateada o las piezas de plástico metálicas brillantes.
Sin embargo, la galvanoplastia es mucho más importante en el campo de las aplicaciones funcionales. Dado que el grosor de la capa puede controlarse muy bien y también es uniforme cuando se realiza de forma profesional, las piezas pueden revestirse de diversas formas. Técnicamente, también es posible hacer que los componentes de plástico sean conductores de la electricidad, lo que amplía enormemente el ámbito de aplicación de la galvanoplastia. Por ejemplo, los tornillos se galvanizan para protegerlos de la corrosión, las piezas de la maquinaria se croman para que duren más y los contactos eléctricos se doran, platean o cobran para mejorar la conductividad. En el campo de los galvanoplásticos funcionales se encuentra la construcción de moldes para máquinas de moldeo por inyección y la técnica de impresión litográfica-galvánica, que no se inventó hasta alrededor de 1980.
Actualmente, sólo en Alemania, las aproximadamente 2.100 empresas registradas en el sector facturan 8.300 millones de euros al año y emplean a unas 60.000 personas. La formación para convertirse en galvanizador, que hoy en día se denomina simplemente recubridor de superficies, dura tres años en Alemania y cuatro en Suiza. Es posible seguir formándose como técnico y, si se tiene un título de acceso a la universidad, también se puede estudiar o formarse como maestro artesano.